El mago que se sacó a sí mismo de la galera

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@mateamargouy

David Graña

“¿Quieres saber cómo juega Mikhail Tahl?.
Sitúa todas sus piezas en el centro y después las sacrifica en cualquier parte”.
David Bronstein

El frío de esa nevada del 9 de Noviembre de 1936, una de las primeras nevadas fuertes que anuncian el invierno en Riga, la capital de Letonia fue inolvidable para la familia Tal.

Ese día en un Hospital de Riga el pequeño Misha se acunaba en la mirada dulce de su madre que miraba con amor y ternura a su hijo recién nacido, al mismo tiempo que su padre médico y por tanto partícipe del parto -un privilegio que con el tiempo se volvió derecho en el mundo- miraba preocupado la mano derecha de su hijo con dos dedos menos.

Era imposible para ese padre en ese momento avizorar que a su hijo -el futuro campeón del mundo- le bastaba una mano y dos dedos para brillar con luz propia en el mundo del ajedrez.

Mikhail Nejemievich Tal de 10 años entraba por la enorme puerta del Palacio de los Pioneros de Riga para anotarse en teatro con la esperanza de superar su timidez y desarrollar esa llama interior que lo incendiaba  de creatividad pero descubrió las clases de ajedrez y decidió probar suerte con el juego que miraba jugar a su padre con sus amigos desde los 7 años.

Es el comienzo de un camino luminoso lleno de anécdotas de resiliencia que es inspiración para cualquier amante de las 64 casillas.

En una conferencia, estando él en su apogeo un periodista lanzó la venenosa pregunta:

-¿Es usted morfinómano?

-No. Soy chigorinómano -contestó haciendo referencia a Chigorin, el patriarca del ajedrez ruso.

Por supuesto que era adicto a la morfina. Y a las mujeres. Y a la música.

Tocaba el piano, si, a pesar de su defecto congénito en la mano derecha reproducía obras de Chaikovski y Rajmáninov sus  compositores preferidos.

Les dejaré una última y hermosa anécdota que me contó el campeón uruguayo Daniel Perchman: en los 90 era un promisorio juvenil que formaba parte de nuestro equipo olímpico, en cierta olimpiada se encontraba Tal, muy enfermo y ya retirado. En el análisis de una partida entre dos GM en uno de los primeros tableros del torneo se posaron todas las miradas, ya que la partida había terminado en tablas y se debatía entre los asistentes si se podía ganar ese final o si efectivamente era tablas. El análisis y su tribuna llevaba ya una hora alrededor del tablero cuando Mikhail Tal se asomó entre los jugadores, observó la posición y se retiró a un tablero vacío quitó todas las piezas, del mismo y colocó una posición con muy pocas piezas luego de observarlas unos diez minutos puso una posición final que decretaba las tablas. Muchos jugadores señalaron irónicamente el comportamiento de Tal poniendo en duda con sorna el equilibrio mental del campeón del mundo.

Una hora después todos los jugadores llegan a la conclusión de que la partida era empate, y la posición lograda entre todos fue la misma que había dejado Tal en el alejado tablero usando solo 10 minutos de su tiempo.

Daniel fue unos de los pocos que tuvo la sensibilidad de observar esta maravillosa anécdota.

Para terminar les dejo esta hermosa partida jugada en Moscú en 1974 contra Tigran Petrosián de quien ya hemos hablado en esta columna. En sólo 23 jugadas y con un sacrificio de caballo y luego de torre logró ganar la partida de la misma manera que vivió toda su vida, lanzándose a la aventura de manera temeraria.


Tal – Petrosian

Fuente 1

Fuente 2

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