Mientras llegamos al punto culmine de la primera etapa de lucha contra la Ley de Urgente Consideración (LUC), van quedando plasmados los primeros pasos como oposición. La movilización de la gente una vez más demuestra que existe y puede crecer.
Podemos decir que la izquierda empieza a tener camino andado en su etapa postgobierno progresista.
Se abre la necesidad de ver los errores, para poder reciclarlos y dar cuenta de las victorias para seguir profundizando.
El famoso vínculo con la gente, la pérdida del mismo ¿no será en realidad la participación de la gente en la toma de decisiones?
La democracia directa y el involucramiento de la sociedad organizada son pilares fundamentales tanto para nuestro desarrollo como nación, así como para el respaldo de cualquier gobierno de izquierda.
Mientras pensamos una autocrítica, las articulaciones políticas en la sociedad no descansan ni esperan a que un conjunto de militantes se ponga de acuerdo en quién tiene la culpa de qué. Queda esperar que en el fuero íntimo de las organizaciones existan espacios de sinceridad y sobre todo de acción bajo nuevas síntesis.
Analicemos un poco lo que acontece de forma vertiginosa, en tan solo un año y meses, y de forma tan tediosa como una pandemia con tapabocas: la derecha quiere generar la imagen de tener todo controlado. Aparenta tener los recursos humanos para atender todos sus frentes, mantiene su presencia en los territorios, a pesar de asumir la gestión del gobierno nacional. A través de instituciones privadas,y ongs, vemos cómo con el gobierno apalancan su trabajo acumulado en estos años, en muchos casos coberturas discursivas de negocios y negociados a todos los niveles. Pero, más allá de eso, el producto social generado lo podemos resumir como una producción de sentido, discursos y organización por parte de la derecha, directamente e indirectamente, incluso de la mano de los medios masivos de comunicación, en los celulares y en las teles hogareñas. Es decir, no se trata sólo de negociados y entuertos de macroeconomía, sino que a partir del desarrollo de su entramado social y económico basado en intereses, forman sus líneas de defensa desde lo más micro, donde diferentes actores precisan mantenerse para no perder ingresos, márgenes de ganancias, licitaciones y un gran etc.
Hasta aquí resumimos algo de lo que la derecha gobernante busca hegemonizar a nivel político, claro está, que a nivel social y económico la realidad de la mayoría de los uruguayos y uruguayas está quedando muy lejos de todos los planes y las apariencias generadas.
Nada indica que ese despliegue político le alcance el rimel para maquillar la cruda realidad. Tampoco la realidad por sí sola, sin organizaciones y formas de comunicación propias que representen a los sectores afectados puede garantizar modificar el status quo que se ha generado, y mucho menos cambiar la correlación de fuerzas que sostiene esta realidad.
Queda mucho para discutir, y sobre todo, mucho para hacer y experimentar si entendemos que la realidad social y económica está empeorando abruptamente. Mientras tanto, el combo gobernante saca provecho de eso y gasta su energía en establecer el centro de atención lejos de la realidad.
En un mar de afectados y golpeados por la crisis social y económica, las reivindicaciones populares se encausarán sólo si se desarrolla un correlato en las múltiples organizaciones populares de toda base ideológica y social coordinadamente.
Entonces la discusión puede ser como amalgamamos ese crisol diverso de “lo popular”, es decir, desde dónde hacemos la síntesis: si desde arriba o desde abajo.