Carlos Manuel Pereira Das Neves
Ni la historia ni su necesidad de concebirla como un proceso -cuyo último suspiro de creación materializa e inmortaliza el hecho, en una fecha que apenas tiene 24 horas- podrán con nuestra necesidad de emparentarla, de encontrar una razón o una conexión cuando acontecimientos que se parecen coinciden en día y mes.
La historia, como buena ciencia que es, también encuadra, segmenta, acota líneas temporales, espacios o sociedades, buscando explicaciones. Sin caer en anacronismos, en forzar comparaciones que nada comparten más que la necesidad -de quien las realiza- de establecer un punto, vistiendo la historia con atuendos religiosos o tan solo dogmáticos.
No es ciencia tratar de hacer coincidir una muerte, con un nacimiento, con una batalla. Mejor dicho, no es historia, porque política seguro que si.
Túpac Amaru y los borbones
El levantamiento de José Gabriel Condorcanqui, alias “Túpac Amaru” o “Túpac Amaru II”, sucedió en el marco de una reordenación profunda de las relaciones administrativas, militares y mercantiles, emprendidas por Portugal y España en la segunda mitad del s. XVIII, en una tentativa por alcanzar una posición menos marginal, en un sistema europeo que se estaba haciendo mundial.
Las reformas borbónicas pretendieron, a grandes rasgos, dar marcha atrás un proceso de victorias criollas en cuánto a movilidad social, desarrollo comercial, exoneración de impuestos, etc., e instalar un nuevo sistema de gobierno económico para América, liberalizando el comercio dentro del marco imperial y creando intendencias y centros ejecutivos de jurisdicción más reducida que los virreinatos.
“Aquí no hay sino dos culpables: tú, por oprimir a mi pueblo, y yo por querer libertarlo”(1), así le contestó Túpac Amaru al Visitador Areche. El 9 de noviembre de 1780, Túpac Amaru, el cacique de Tinta, “…dio inicio al más grande movimiento de protesta de la América hispana ocurrido antes de 1810, al prender y posteriormente ejecutar en la plaza de Tungasuca a Antonio de Arriaga, corregidor de Canas y Canchis.”(2)
Un 6 de abril de 1781 es capturado y enjuiciado, pero la sentencia tuvo que esperar hasta el 18 de mayo de 1781. En un acto público en la Plaza de Armas de Cuzco, lo ataron a 4 caballos para desmembrarlo, no pudieron.
La admirable alarma
Si bien es el nombre con el que también se conoce al “Grito de Asencio”, la “admirable alarma” es una figura literaria que -en mi opinión- engloba todo el proceso de la revolución oriental en la campaña, y no solo el comienzo.
Uno tiende a pensar que la alarma suena solo una vez, o solo una vez cumple con el efecto de atraer la atención. Sin embargo, a casi 3 meses de la victoria de los orientales frente a los españoles a orillas del arroyo Asencio, a cargo de Venancio Benavídez y Pedro Viera, los revolucionarios volvían a dar cuenta de los peninsulares en la Batalla de las Piedras, un 18 de mayo de 1811.
Los ejércitos eran similares en cuanto a su número, pero muy desiguales en cuanto a su poderío militar. Los españoles eran marineros profesionales, entrenados y con un sueldo a cambio de su servicio, contaban con obuses y cañones; mientras que el “ejército nuevo” revolucionario estaba conformado por peones, indígenas, chiruzas, esclavos, gauchos y apenas un puñado de oficiales, armados modestamente con lanzas, sables y palos.(3)
Pero la estrategia de su comandante, José Artigas, fue determinante. Y su voluntad política soberanista, profundamente humanista, se hizo presente una vez finalizada la contienda: “Clemencia para los vencidos. Curar a los heridos. Respetar a los prisioneros.”. La patria se tendría que hacer con todos.
“…llamando amaneceres que nos tienten”(4)
Fue un 18 de mayo de 1895, en lo que hoy es el Municipio de Niquinohomo del departamento de Masaya, que Don Gregorio Sandino y Margarita Calderón vieron nacer a “El General de Hombres Libres”: Augusto César Sandino. Quien ya a la edad de 17 presenció la primera intervención de tropas estadounidenses en Nicaragua.
En su forzado paso por México, siguió comprobando el accionar intervencionista de la potencia del Norte a la vez que comenzaba a vincularse con sindicalistas, socialistas y anarquistas. Conoce la Revolución Mexicana y las constantes luchas de la clase obrera de ese país.(5)
Luego de 13 años de ocupación estadounidense -también un 18 de mayo pero de 1926- Sandino regresa a su país para ingresar al Ejército Constitucionalista de Nicaragua, en su lucha contra el régimen impuesto por banqueros yanquis. Sus éxitos en batalla le valieron los títulos de General en Jefe del Ejército de Las Segovias, constituyendo luego el Ejército Defensor de la Soberanía Nacional de Nicaragua con el que resistiría a las tropas invasoras durante 6 años, hasta que el gobierno estadounidense finalmente decidiera retirarlas.
“…los norteamericanos no aprendieron
que amamos nuestra pobre tierra amada
y que defenderemos las banderas
que con dolor y amor fueron creadas.”(6)
La intencionalidad nunca es objetiva
A modo de síntesis o excusa, dice El Editor de “Un pueblo en armas” del Comandante de la Revolución Carlos Núñez Tellez: “La historia de América Latina encierra gestas de enorme relevancia. La lucha de los pueblos del continente nos muestra acciones de heroísmo colectivo, que a veces no tenemos la capacidad de evaluar en profundidad.”(7)
Son esas gestas, que se agolpan o se dispersan en fechas, que nos obligan a volverlas a mirar para entender que los procesos son largos. Los de los pueblos y también los de los imperios. Ayer con invasiones lisas y llanas, hoy con cooperaciones militares o ayudas económicas de sus organismos internacionales.
Recordar, volver a leer, analizar y -si es posible- unir las luchas. Tiene que ser posible, tiene que ser deseado, mejor si nos ayuda la casuística de los días y logramos sumar también a los rebuscados místicos.
La historia la escriben los pueblos dispuestos a la lucha.
NOTAS
(1) Vega, Juan José. José Gabriel Túpac Amaru. Lima; Editorial Universo S.A.; 1969; Pág. 5
(2) Fisher, John. El Perú borbónico. 1750-1824; Lima; IEP Instituto de Estudios Peruanos; 2000 Pág. 169
(3) Colectivo Histórico “Las Chiruzas”. El Pueblo reunido y armado, en https://www.mateamargo.org.uy/2020/05/18/el-pueblo-reunido-y-armado/
(4) Fragmento de la canción “Sandino” de Daniel Viglietti
(5) Harnecker, Marta. El camino que condujo a la victoria. Balance de la Revolución Popular Sandinista. Entrevista con H.Ortega. Impresora Latinoamericana
(6) Neruda, Pablo. Aquel Amigo en Canción de gesta. Santiago de Chile; Austral Ltda.; 1961; Pág. 25
(7) Núñez Tellez, Carlos. Un pueblo en armas. Montevideo; Ediciones del Sol; 1988; Pág. 5
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