Por Ernesto Molina Molina.1
Cuando Gramsci y Che aportaban con su acción y sus ideas al marxismo, no se hablaba de la disciplina de la prospectiva; y mucho menos de una prospectiva socialista.
Vale la pena citar a dos teóricos revolucionarios de acción (Antonio Gramsci y Ernesto Che Guevara) que, de cierta manera, se anticiparon al análisis prospectivo; y cuyos conceptos nos pueden ser útiles para llevar a la práctica una estrategia científica y revolucionaria, capaz de construir futuros.
En el caso de Antonio Gramsci, es sorprendente lo que escribe en los Cuadernos de la Cárcel:
Quien hace una previsión en realidad tiene “un programa” que quiere hacer triunfar, y la previsión es precisamente un elemento de tal triunfo. Esto no significa que la previsión deba ser siempre arbitraria y gratuita [o puramente tendenciosa]. Puede decirse incluso que sólo en la medida en que el aspecto objetivo de la previsión está vinculado a un programa ese aspecto adquiere objetividad:
1. porque sólo la pasión aguza el intelecto y coopera a hacer más clara la intuición;
2. porque siendo la realidad el resultado de una aplicación de la voluntad humana a la sociedad de las cosas, prescindir de todo elemento voluntario o calcular sólo la intervención de las otras voluntades como elemento objetivo del juego general, mutila la realidad misma. Sólo quien quiere fuertemente, identifica los elementos necesarios para la realización de su voluntad.
3. Por eso, considerar que una determinada concepción del mundo y de la vida tenga en sí misma una superioridad [de capacidad de previsión]es un error de burda fatuidad y superficialidad. Cierto es que una concepción del mundo está implícita en toda previsión y por lo tanto el que la misma sea una desconexión de actos arbitrarios del pensamiento o una rigurosa y coherente visión, no carece de importancia, pero la importancia la adquiere precisamente en el cerebro viviente de quien hace la previsión y la vivifica con su fuerte voluntad. Esto se ve en las previsiones hechas por los llamados “desapasionados”: abundan en ociosidad, en detalles sutiles, en elegancias de conjetura.
4. Sólo la existencia en el “previsor” de un programa a realizar hace que se atenga a lo esencial, a aquellos elementos que siendo “organizables”, susceptibles de ser dirigidos o desviados, en realidad son los únicos previsibles. Esto va contra el modo común de considerar la cuestión. Se piensa generalmente que todo acto de previsión presupone la determinación de leyes de regularidad del tipo de las de las ciencias naturales. Pero como estas leyes no existen en el sentido absoluto [o mecánico]que se supone, no se toma en cuenta la voluntad de los otros y no se “prevé” su aplicación. Por lo tanto, se construye sobre una hipótesis arbitraria y no sobre la realidad.2
En síntesis, el funcionamiento de las leyes objetivas está sujeto a las pugnas de las voluntades humanas.
Y como complemento de lo dicho por Gramsci, llevar adelante un Plan estratégico, exige flexibilidad ante los “cisnes negros”3 que puedan aparecer. De allí la importancia de contar con un sistema de cuadros bien seleccionados para enfrentar, no solo los problemas estructurales, sino los coyunturales.
Ernesto Che Guevara se caracterizó por no esperar que las cosas pasaran. Y la propia definición que él realizó de un “cuadro”, lo define a él también:
(…) ¿Qué es un cuadro? Debemos decir que un cuadro es un individuo que ha alcanzado el suficiente desarrollo político como para poder interpretar las grandes directivas emanadas del poder central, hacerlas suyas y trasmitirlas a la masa, percibiendo además las manifestaciones que ésta haga de sus deseos y sus motivaciones más íntimas. Es un individuo de disciplina ideológica y administrativa, que conoce y practica el centralismo democrático y sabe valorar las contradicciones existentes en el método para aprovechar al máximo sus múltiples facetas; que sabe practicar en la producción el principio de la discusión colectiva y decisión y responsabilidad únicas; cuya fidelidad está probada y cuyo valor físico y moral se ha desarrollado al compás de su desarrollo ideológico, de tal manera que está dispuesto siempre a afrontar cualquier debate y responder hasta con su vida de la buena marcha de la Revolución. Es, además, un individuo con capacidad de análisis propio, lo que le permite tomar decisiones necesarias y practicar la iniciativa creadora de modo que no choque con la disciplina. 4
Puede observarse que el cuadro, en la concepción del Che, no tiene que esperar siempre las orientaciones de arriba para tomar decisiones, como acostumbran hacer los burócratas, para no “equivocarse” y poder conservar el puesto.
El cuadro es, pues, un creador, es un dirigente de alta estatura, un técnico de buen nivel político que puede, razonando dialécticamente, llevar adelante su sector de producción o desarrollar a la masa desde su puesto político de dirección. (…) Es imprescindible que cuente con la consideración y el cariño de los compañeros a quienes debe guiar por los caminos de vanguardia.5
Hoy el socialismo se abre paso ante nuevos “cisnes negros”, algunos provocados conscientemente por los enemigos de la humanidad y del planeta; y frente a ellos, necesitamos cuadros y contar con una prospectiva socialista capaz de construir un mundo cada vez mejor.
1 Miembro de Mérito de la Academia de Ciencias de Cuba y Profesor Titular del Instituto Superior de Relaciones Internacionales “Raúl Roa García”, La Habana, Cuba..
2 Gramsci, Antonio: Cuadernos de la Cárcel, Tomos I-VI, Edición crítica Del Instituto Gramsci, a cargo de Valentino Gerratana, Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, 1985.
3 Se denominan cisnes negros aquellos hechos de gran envergadura, positivos o negativos, los cuales que tienen un impacto sorprendente e inesperado en la realidad del mundo en que vivimos, como el caso de la pandemia del Covid 19.
4 El Cuadro, columna vertebral de la Revolución, Ernesto Che Guevara, Obras 1957-1967, Tomo II, p. 156-159; Casa de las Américas, La Habana, Cuba, 1970
5 Idem.
|