CERES: los empresarios se preocupan por la pobreza 

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@mateamargouy

Inés Cortés

En las últimas semanas se han suscitado discusiones en torno a la pobreza en Uruguay, su medición y los resultados en base a las mediciones. Todo esto a partir de un informe que hizo público la consultora CERES, en la cual concluye que las más de 300 ollas populares en el país luego de la crisis social y económica que generó el COVID 19 son consecuencia de que la existencia de miles de pobres invisibilizados por la medición de pobreza utilizada en el país desde hace ya unas cuantas décadas.

Me gustaría realizar un punteo con una serie de consideraciones que irán de lo más amplio y teórico a lo más concreto de la discusión de estos últimos días:

1. La pobreza y los índices de pobreza son cosas distintas. Son amplias y muy diversas las definiciones de pobreza que podemos encontrar desde las ciencias sociales, la antropología, la filosofía, entre otras disciplinas dentro de la academia. Es un concepto que ha evolucionado históricamente y se ha reconfigurado para las distintas realidades sociales, con diferencias ideológicas y epistemológicas en su definición. Para el presente artículo tomaremos a la pobreza como un problema social vinculado directamente con la desigualdad y la distribución económica y social del sistema productivo actual.  Adentrándonos un poco más en el concepto de pobreza podemos decir que hay dos grandes escuelas en las ciencias sociales para identificar (y luego medir) este problema social: por un lado la visión economicista o monetaria de la pobreza, definida como una “…situación donde ciertas personas no logran un nivel de bienestar material, como un mínimo razonable para el estándar de una sociedad dada” (Ravallion, 1992). Y por otro lado una visión desde los derechos y capacidades de las personas, siendo la pobreza aquella que genera la privación de las capacidades básicas de las personas para vivir la vida que valoran (Sen, 1999).

Si nos basamos en una u otra definición de pobreza, la forma de intentar medirla va a ser absolutamente distinta (este es uno de los principales problemas de las ciencias sociales ya que estudia constructos culturales y sociales, conceptos abstractos y para ello se basa en arreglos metodológicos más o menos acordados por comunidades científicas y políticas). Los indicadores son justamente lo que mencioné antes: arreglos metodológicos más o menos consensuados dentro de comunidades científicas inscriptas en sociedades. La línea de pobreza es uno de los tantos indicadores para medir la pobreza (no el único, pero sí uno de los más aceptados a nivel mundial y por todas las comunidades científicas para medir y comparar países o realidades sociales a lo largo de la historia dentro de un mismo país), en este caso desde la visión monetaria, y nos arroja nada más y nada menos que un dato en base a el mecanismo que se utilizó para medir el fenómeno social.

El dato no tiene más valor que el que arroja, todas las valoraciones e interpretaciones que se hagan a partir del mismo corre por cuenta del político/a , o el académico/a que lo haga. Y aquí me quiero detener para desarrollar el siguiente punto.

2. El informe de CERES es más un manifiesto a través de inducciones que el desarrollo de un nuevo indicador. Lo primero que fui a buscar dentro del informe de CERES fue su ficha técnica, pero no la encontré. Lo único que hay es una relato del método utilizado pero muy superficial y para nada accesible, es decir, no se desprende del informe el método que utilizaron ni dónde encontrar los datos crudos, por lo que si el o la lectora intentan hacer lo que se llama “ingeniería inversa” (es decir el camino para atrás del resultado a la construcción del dato) simplemente es imposible.

Por otro lado tampoco se aclara mediante fundamentos teóricos o metodológicos los criterios que utilizaron para medir lo que se denomina la pobreza multidimensional, por lo que se entiende que fue una decisión más o menos discrecional. También se desconoce en el informe los vastos estudios realizados por el Instituto de Economía de la UDELAR o el MIDES en torno a la pobreza multidimensional y los problemas de no trascender la mirada monetaria de la misma o de no analizar la pobreza en relación a las desigualdades. Si se hace el ejercicio de buscar bibliografía en internet sobre el tema aparecen cerca de 20 trabajos realizados en estas líneas desde el 2006 a esta parte, lo raro es que no los hayan visto ni mencionado.

Por otro lado es llamativo que el estudio se haga solo para 2019 y no se revise con el mismo mecanismo la evolución de la pobreza medida en esos términos, de hecho los estudios multidimensionales antes mencionados demuestran que tanto la pobreza monetaria como la multidimensional disminuyeron en el país desde el 2006 en adelante, aunque claro la monetaria más pronunciadamente que la de los derechos y capacidades de las personas.

Haciendo el ejercicio muy burdo de regla de tres entre la relación del indicador de línea de pobreza del INE de 2019 con la de CERES, Índice de Similitud por Carencias Socioeconómicas, y el valor del indicador del INE para el 2005 utilizando el método creado por CERES, arroja que en dicho año el índice de pobreza era de 54,28 % (dato para nada certero pero sí ilustrativo).

3. CERES y los intereses que están detrás de la consultora.  No hay que ser muy audaz para desconfiar del repentino interés de una consultora como CERES  (con una filiación ideológica y epistemológica más bien neoliberal) sobre la multidimensionalidad de la pobreza. Si nos dedicamos a indagar sobre la consultora apenas un poco llegamos a que esta fue liderada por Ernesto Talvi hasta poco antes de dedicarse a la política electoral, por otro lado quienes hoy día están a cargo de la misma tienen currículums de formación exclusiva en el ámbito privado, universidades privadas de Uruguay y el mundo.

Si observamos además los socios suscriptores (datos públicos en su página web) vemos que las corporaciones empresariales más importantes de Uruguay están en la lista: Banco Itaú, Grupo SCotiabank , Banco Santander, UPM, Bakertill Uruguya, Axion Energy, Bolsa de Valores, Zonamérica, Sumum, Casmu, Asociación Española, Aluminios del Uruguay, Gramon Bagó, Sura, Ciemsa, Sammel, CSI Ingenieros, Athena Foods, Serviam – Obras viales, Cementos Artigas, NH Foods, Berkes, Agronegocios del Plata, Mazars, Gomez Platero – ARquitectos, Altius, Sumum, Corporación América Uruguay, Glencore Architecture, Stiler, Orejano SA., Sunfer, EdenRed, Bragard, Andersen Tax and Legal, OCA, Ta-Ta, Montes del Plata, RSM, Sodexo, Nutri Gold, Cloud Soft, Cámara de la Construcción, Victoria Paullier y CIA – Corredores de Bolsa, Asociación de Laboratorios Nacionales, CAF – AM (Administradora de Activos de Uruguay S.A.), Saceem, Acodike, IBF Capital, Mapfre, Vivion, Vida – Servicios de compañía, Tres Cruces Shopping, Portones Shopping, Improfit, Young and Rubicam, Urudata, Unilever, Urufor (forestal), Marfrig (ganaderos), Saman, Quanam, Shellman Wealth, PWE Uruguay, Posadas, Posadas y Vecino, Pamer, Movistar, Montevideo Shopping, Coca Cola, HSBC, Guyer y Regules, GSK, Ferrere, El Trigal, El Observador, Devoto, Dedicado, Conatel, Cibeles, Bevsa, Banque Heritage; es realmente llamativo que estas corporaciones se interesen ahora por el problema multidimensional de la pobreza, y es de esperar entonces que en base a estos hallazgos se tomen iniciativas de cooperación para remediar la situación, de lo contrario no se trataría sino que de una iniciativa para generar duda en torno a los números oficiales del INE y lavar las culpas del Gobierno Nacional actual ante la falta de políticas sociales para paliar la crisis social que dejó el covid aquí y en el mundo.

En base a los puntos anteriormente desplegados quiero realizar dos puntuaciones, por un lado es un hecho nada novedoso que la pobreza es un problema estructural y multidimensional, al que debe hacerse frente con políticas sociales redistributivas ya que es consecuencia directa de la desigualdad, y verla como un problema desagregado y aislado hace atacar en lugares que no son la causa de la misma. Por otro lado yendo al informe concreto de CERES es interesante el resultado al que llegan en tanto entienden la pobreza como un problema más grande del que se visualiza institucionalmente, lo llamativo es que arribando a estas conclusiones y bajo el análisis que hacen de la relación de este problema y la crisis del COVID  19, que aceleró el empobrecimiento a nivel mundial, no arriben de igual forma a la conclusión de que para hacerle frente es necesario más y mejores políticas sociales (aún más en un contexto extraordinario como el actual), y que de éste no se desprenda ni una sola crítica a las líneas de recorte social y ahorro del Gobierno Nacional. En todo caso esto último se desprende de lo que mencioné anteriormente, CERES es una consultora que trabaja para intereses muy concretos.

 

Referencias:

Ravallion, M., (1992): “Poverty Comparisons A Guide to Concepts and Methods”. Working Paper No 88. Banco Mundial.

Sen, A., (1999): Desarrollo y Libertad. Planeta. Buenos Aires. (1er edición en español 2000).

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