Estábamos avisados: más organización para una lucha distinta – parte 1

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@mateamargouy

Pablo Montesdeoca

Aumento del dólar, aumento de tarifas, reducción de beneficios fiscales por inclusión financiera, contracción económica, decenas de miles de trabajadores al seguro de paro, incremento de desocupación, cuarentena por Corona Virus (1). Gobierno estrenándose y haciendo experiencia en un mar de contradicciones internas, todo ello en un escenario político particularmente complejo donde el “pulso” de la opinión pública es manejado como instrumento del ejercicio del gobierno.

El mundo de las relaciones laborales se debate entre variadas formas de producción asociadas a nuevas tecnologías e inversionistas globales que desplazan inversiones, empresas, empresarios y trabajadores; la globalización, de lo que les conviene a los que dominan las relaciones de poder en el mundo, determina lo que puedes hacer en un país dependiente como el nuestro.

Las relaciones de poder definen cómo se resuelve la contradicción entre capital y trabajo, el mundo de las relaciones laborales está condicionado por la política y ello especialmente en países como el nuestro, donde la capacidad de organización del movimiento sindical está íntimamente relacionada al rol del Estado y cómo éste se desenvuelve en ese escenario.

El ex Presidente y actual Senador, Julio María Sanguinetti, principal artífice de la coalición de derecha en el ejercicio del gobierno, manifestó en uno de esos famosos almuerzos que reúnen a los empresarios: “ahora viene el tiempo de desplumar al pollo, de a una, para que no grite”.

Pero claro, del dicho al hecho siempre hay un largo trecho y uno suponía que más allá de esos vaticinios realizados –por cierto, luego de noviembre- que pronosticaban desplumar a los trabajadores y provocaron las risas y aplausos de un auditorio empresarial, la correlación de fuerzas tampoco le era tan favorable al gobierno (además de la enorme debilidad de ser una coalición de caducidad programada en función del cronograma electoral) por lo cual deberían de tener un poco de cuidado y tacto político para no generarse más frentes de lucha que los necesarios.

Asumió el gobierno Luis Lacalle Pou (al frente de su coalición de derecha), con un discurso que prometía respetar los derechos, pero tras ese discurso inicial las primeras acciones fueron más coherentes con los intereses de clase que representan los socios, que al discurso, aunque la coyuntura presiona.

La oligarquía con el poder en sus manos y con un gobierno a su servicio no pierde oportunidades para avanzar en pos de recuperar terreno y tomar las medidas tendientes a multiplicar su patrimonio y espectro de poder, presiona sin cesar y juega su rol.

A días de asumir se empezó a consolidar un aumento desmedido del dólar (en términos comparativos regionales y mundiales) lo que está provocando un aumento de la inflación, achicando el poder de compra de los salarios de los trabajadores, perjudicando a las industrias que usan insumos importados para producir y beneficiando al agro negocio exportador y los especuladores.

Asimismo, el gobierno entrante, tenía definido realizar un ajuste de tarifas, pero transformó el ajuste en aumento y sustanció otro manotazo al poder de compra de los salarios, ya que los servicios básicos fueron aumentados (en algunos casos, como el acceso a internet, por ejemplo) muy por encima de la inflación.

La suba del IVA, así como la rebaja de los beneficios fiscales a la inclusión financiera afecta a las empresas gastronómicas y turísticas y al poder de compra de trabajadores y jubilados. El remarque de precios de los artículos de la canasta básica está siendo, en este primer mes de gobierno, realmente preocupante, especialmente está golpeando a los trabajadores de menores ingresos que no tienen poder de ahorro y que su consumo es esencialmente de subsistencia familiar, es decir, sus ingresos le permiten pagar los gastos básicos y alimentarse, justamente lo que más aumentó. Como siempre, en estos períodos donde los oportunismos afloran, los más perjudicados son los que menos tienen.

Bajo el titular de “bajen el costo del Estado”, el Presidente entrante realizó un Decreto, violando la Ley de 18508 de Negociación Colectiva en el sector público, mediante el cual cambió totalmente las reglas de juego en la relación laboral en la función pública: prohibió el llenado de vacantes (con las salvedades de funcionarios técnicos y especializados de la salud, docentes y personal ejecutivo de seguridad) pero a su vez –en aparente contradicción que no lo es- dice que solo podrán ocuparse un tercio de ellos; prohibió la renovación de todos los contratos que no revistieran como funcionarios públicos, incluidos los que provienen de acuerdos con organismos internacionales, con lo cual mucha gente que trabaja para el Estado quedará desempleada y como contrapartida –refiriéndose al tercio que si pueden ingresar- habilitó a la realización de “nuevos vínculos de servicios personales” por un monto de hasta el 60% de esos ahorros que se produzcan, en lo que será, nuevamente, la proliferación de contratos chatarra en el Estado, lo que sin dudas les generará un espacio para los amigos del “clú”, del “bastión”, el “baluarte”, el “cabildo” (o como le llamen). Esos puestos, en principio, no se transformarán en funcionarios públicos, de forma tal que más que funcionarios para una función, se aseguran militantes para su organización política rentados por el Estado y dependiendo de que ganen nuevamente para mantener su trabajo: lo peor de la vieja política que se reinstala.

En ese mismo Decreto se resolvió bajar un 15% los gastos de funcionamiento e inversiones, esto que puede sonar tan teórico, sin embargo, implicará que muchas empresas que proveen al Estado se vean seriamente afectadas y seguramente el hilo terminará –como siempre- cortándose por el lado más fino, afectando las fuentes de trabajo de quienes trabajan en esas empresas.

Por otra parte, se anunciaron cambios en las reglas de juego de los consejos de salarios, aunque se mantendrían los mismos. ¿Cuál sería el alcance de los cambios? Las propuestas aún hoy siguen siendo globales, ambiguas y alimentaban el desconcierto por la falta de certezas. Da la impresión que juegan “al tanteo”, parecería que tomaran el pulso para ver hasta dónde pueden o hasta donde les dan las fuerzas para avanzar sin que se les “desmadre” la situación, eso sí, con una premisa clara: llegan con el preconcepto de que el MTSS estaba muy del lado de los trabajadores en los gobiernos del Frente Amplio.

(1) tema que desarrollaré en la segunda parte de mi artículo.

Estábamos avisados: más organización para una lucha distinta – parte 2


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